15 de septiembre de 2009

Honduras: la caída del gobierno constitucional


A lo largo de la historia, América Latina ha sido víctima en numerosas ocasiones de varios golpes de Estado y gobiernos de facto. En las últimas décadas, las dictaduras impuestas en el continente se caracterizaron por la dureza, la violación de los derechos humanos y la falta de respeto por la vida.

Honduras es el último caso de un gobierno antidemocrático. En la madrugada del 28 de junio un grupo político respaldado por militares y encabezado por el ex presidente del Congreso Roberto Micheletti, irrumpió en la casa del mandatario elegido democráticamente José Manuel Zelaya. El destituido presidente fue obligado a abandonar el país e instalarse en Costa Rica. Este ataque al gobierno se produjo debido a la fuerte oposición de un amplio sector a la reforma constitucional, sumado a la fuerte crisis institucional que atraviesa el país.


De Norte a Sur

Desde un principio este golpe de Estado fue, y aun sigue siendo, fuertemente rechazado por la gran mayoría de los países de América Latina. Sin embargo, pareciera contar con el apoyo del gobierno norteamericano.

Estados Unidos ha sostenido los últimos gobiernos de facto en el continente. En esta caso, la administración de Barak Obama aun se encuentra evaluando la crisis política en Honduras y aun no terminó de definir si el derrocamiento corresponde a un golpe militar o no. Mientras tanto, suspendieron

las visas a los hondureños, la ayuda económica al país latino y la asistencia militar.

Cristian Henkel, presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), visitó Honduras y expresó que “la única forma de que el golpe no caiga es a través de una intervención abierta del imperialismo, algo que han intentado evitar, a pesar de ser los responsables del golpe”.

Por otro lado, los países de América del Sur se han pronunciado en contra de la presidencia de Micheletti. En la última cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) realizada en Bariloche el pasado 28 de agosto se repudió el golpe. La presidenta Cristina Fernández le pidió a sus pares a sus pares que se tomen sanciones contra el gobierno antidemocrático hondureño, como lo hizo Estados Unidos.
Varios países han retirado a sus embajadores, pero Argentina aun no ha tomado una decisión firme al respecto. Por lo pronto, expulsó a la embajadora hondureña del país por pronunciarse a favor del nuevo gobierno.


Los Derechos Humanos en Honduras


Hoy Honduras da un paso atrás. Las soluciones deberían buscarse de manera diplomática, sin embargo, desde el pasado 28 de junio cientos de personas han sido golpeadas y detenidas de manera injustificada y alrededor de 20 han sido asesinadas, según pudo constatar Cristian Henkel, quien estuvo en Honduras en apoyo al pueblo contra el golpe.

El Pacto de San José de Costa Rica, del cual Honduras forma parte, compromete al Estado a velar y garantizar los derechos y libertades que una persona tiene por el simple hecho de ser persona.

Amnistía Internacional ha publicado un informe en el que advierte acerca del método usado tanto por policías y militares para reprimir protestas pacíficas en contra del actual presidente Roberto Micheletti. “Se están utilizando palizas y detenciones en masa para castigar a quienes manifiestan su oposición al golpe de Estado de junio, respaldado por el ejército”, se afirmaba en el informe.

Además, varias personas dijeron que los policías que intervenían no tenían identificación visible mientras que otros incluso llevaban el rostro cubierto. “Casi todas las personas entrevistadas afirmaron haber sido golpeadas por la policía con porras en la espalda, las nalgas y la parte posterior de las piernas”, revela Amnistía Internacional.

Cristian Henkel, por su parte, se alegra al observar que pasado los dos meses del golpe el pueblo ha sabido organizarse y manifestar su rechazo al gobierno impuesto. “Nos encontramos con una organización profunda de la misma (la resistencia), unificada en el Frente Nacional contra el golpe, que agrupa al conjunto de las organizaciones políticas, sociales, culturales y de la juventud del país en un frente único contra el golpe y por el retorno de Zelaya”, sostuvo.

Esto demuestra que a pesar de las represiones, el pueblo opositor al golpe sigue creyendo en la lucha, no baja los brazos y apuesta al retorno de la democracia.

Argentina y el conflicto

“Estoy muy preocupada por la situación y no dudo en definir lo que ocurrió como un retorno a la barbarie”. De esa manera se había expresado la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner el día en que Manuel Zelaya fue derrocado por el golpe militar comandado por Roberto Micheletti y los altos mandos de las Fuerzas Armadas.

Los dichos resumen con claridad la postura que tomó el gobierno de Argentina respecto de este conflicto que aún hoy se mantiene vigente. Desde el primer momento todo el espectro político argentino, tanto oficialista como opositor, se manifestó en contra de esa situación y brindó su apoyo al depuesto presidente.

A pesar de recibir numerosas críticas por parte de ciertos medios de comunicación y sectores no alineados al gobierno por dejar el país en un momento en que la Gripe A y la crispación política, post elecciones legislativas, se adueñaron de la escena, la mandataria de Argentina viajó a Washington, junto al por entonces Ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, para participar de la reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que tenía como propósito principal la restitución de Zelaya al poder.

“Tenemos que mirar a lo sucedido en Honduras como algo grave. No podemos dejar de estar atentos y de posar nuestra mirada sobre este país hermano, ansiando que esta etapa termine lo menos violenta y cruelmente posible”, sostiene Isidoro Defina, Politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien además expuso su consentimiento en concepto a la predisposición de Cristina Kirchner con la situación.

Con el presidente de Ecuador, Rafael Correa y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, Cristina Fernández integró la comitiva que se trasladó a Tegucigalpa para intentar impulsar el regreso de Zelaya a Honduras. En un contexto

poco claro la misión “retorno” no tuvo final feliz luego de que las negociaciones con el gobierno de facto quedaron truncas.

Lo cierto es que la Argentina fue una de las naciones sudamericanas que más protagonismo tuvo en esos primeros días de incertidumbre total; con errores y aciertos los funcionarios argentinos repudiaron a más no poder la situación de inestabilidad política y social que vive el país caribeño desde ese entonces e intentaron mediar en todo momento para llegar una solución.

En referencia a las naciones americanas y el conflicto, Defina dice que hay puntos centrales que no hay que dejar de lado. “La cuestión Latinoamericana es fundamental; cómo seguirá adelante el proyecto de Hugo Chávez por un lado y el de Uribe por el otro, cuál será el rol de Brasil como referente de la región, y finalmente, que enseñanzas podrá tener la Argentina, si es que tiene tiempo de atender temas no domésticos frente a tanto conflicto interno en lo político como en lo económico y o social”, afirma este joven de 30 años, que en 2005 realizó un Master en Relaciones Internacionales en la Universidad de Bologna, Italia.

Uno se podrá preguntar dos cuestiones claves una vez que termine el conflicto en Honduras. Si es que Cristina Fernández lo hizo por iniciativa propia y con la única premisa de resguardar el orden democrático en Latinoamérica. O si en realidad la presidenta argentina aprovechó esta cuestión para volver a ganar el terreno perdido desde hace unos años en la región y así elevar su imagen positiva en el plano internacional e interno.

Sólo el tiempo se encargará de develar esta situación.